Ya estoy sentado, ya he comido, ido al baño, ya no hay excusas… ya estoy sentado y el momento de desarrollar esa idea, que tengo en la cabeza, llega…
Pero en ese instante que preparo los dedos para teclear, en ese microsegundo que acerco el bolígrafo, en ese pestañear que el lápiz sobrevuela la hoja…
Todo se va… se pierde , se borra. Hoja en blanco.
Tras quitarnos las excusas que nos impiden ponernos con la idea, llega la segunda fase. Los juicios (miedos) y estos provocan el bloqueo, hacen que nuestra idea afloje su peso…¿Dónde estás?
La primera regla de la improvisación (por catalogarla de alguna manera) pide la total aceptación y promueve la construcción desde ese lugar. Sí y…
Al principio a los alumnos de impro les damos lugares, personajes, situaciones para que no tengan que preocuparse por la «idea 0» sino que partan desde ella, sólo se trata de construir. Aceptando ciegamente, las primeras escenas de los alumnos son una increíble fuente de ideas, que se repiten una tras otra sin filtro, sin juicio. La consigna «todo vale» elimina los juicios y todos se atreven con todo. Gente que nunca hizo teatro se encuentra cómoda proponiendo todo tipo de cosas que pueden ocurrir en un hotel, un ascensor, una tienda… la imaginación manda, lo creativo se impone a lo analítico. Todos construyen sobre la «idea 0» Me fascinan siempre esas primeras escenas en los grupos de iniciación, hasta 8 personas pueden llegar a salir para compartir lo primero que les viene a la cabeza con los que están jugando con ellos, todos hablando, todos creando, dibujando la situación. Pasamos de la nada al todo. En las siguientes sesiones trabajaremos para que todo termine teniendo sentido pero ahora hay que disfrutar de esto…. Por cierto, volvamos a nuestra hoja en blanco.
¿Cuál fue la «idea 0» que me llevó a sentarme? Acepta, la hoja en blanco ya es la primera propuesta…